Tomé el labial negro,
era bonita para mentir
y buena para fingir
que era hermosa.
Miré sobre mi hombro
y la mordida sensual
de aquel extraño
se mezcló de casualidad
con lo sombrío de mi corazón.
El beso en el espejo
se mostraba gélido,
era un beso neutral
frente a la vida fatal.
Era mi temporada,
aquella que besa y huye,
estando ebria de sentimientos
y congelada para los coqueteos.
Observé por la ventana
mi reflejo en encaje,
combinado con lo ebrio
de mi carácter.
Era mi temporada de perra,
despertando con los abrazos de
las caminatas de la vergüenza
en una bella madrugada.
Casi se siente el enamoramiento,
hasta que el labial se pierda
en la piel de quien no recuerdo,
hasta que la noche se vuelva tímida
frente a unos ojos cerrados
que no advierten mi huida.
Ay, aquella temporada
no tarda en aparecer
cuando finjo ser bonita,
cuando finjo ser amada,
cuando empiezo a llorar.
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