Chocando entre paredes
que parecen inquebrantables,
solo logré calmarme
y ver que en mi imaginación
solo podían atraparme.
Quizá pisé cristales rotos
de recuerdos tormentosos,
entre ellos había un pétalo
que tantos desvaríos acarició.
Mi corazón se vuelca en hojas
y las letras fingen ser mis lágrimas,
ningún sentimientos malo
se rebalsa.
El café se enfría
y las sonrisas no son tibias,
pero el corazón sigue latiendo
y la vida va deprisa.
Era de esperarse
sentir que decaía
en esa imparcial pereza
que imposibilidades traía.
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