El miedo se sintió
como dos segundos
en un áspero vacío.
Sentí tu mano, tu mirada
y tu áspera preocupación.
Mi vida no sentía nada
y tu desdén se apagaba.
Vivías en sombrío misterio,
como una sombra al acecho,
besando mi nuca y desapareciendo.
Compartimos un cigarrillo,
una disculpa no dicha
y una cálida brisa.
Sé que me deseabas,
el humo tocó mi cara
y tu desdén se apagaba.
Un abrazo merecido
para una vida dañada,
sentí tu mano, tu mirada.
Olías a lavandas,
a promesas,
a culpas abandonadas.
Tu cuello olía a lavandas,
tus besos a cerezas
y el deseo era una certeza.
Mi vida sintió algo,
una cálida brisa
que anuncia el cigarrillo
gentilmente encendido.
Publicar un comentario