Estaba ida, pensando
en sueños futuros
y había olvidado
aquel hermoso
día nublado.
No esperaba ver centellas
que me obligaran a recordar
lo sola que necesito estar.
Aún cuando el Sol no aparece,
sigo tarareando una melodía
suave y escurridiza
que me dice que no soy la misma.
Las lágrimas siguen cayendo
y al hombro abrigan.
Al corazón van llegando.
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